Cuando dicen que en muchos aspectos el Camino es un viaje de aprendizaje, no les falta razón. Si habeis estado relacionados en alguna forma con el coaching, cada uno tiene una definición de lo que es aprender. Para mi el Camino es absolutamente experiencial: por mucho que te esfuerces en transmitir qué significa andar solo con tus pensamientos durante dos días sin ver apenas a nadie, lo máximo que he conseguido es que me pregunten si tanto merece la pena y lo aburrido que debe ser.
Y además de experiencial, es necesario disfrutarlo durante un tiempo mínimo. No es suficiente con un fin de semana por muy largo que sea porque hace falta desconectar (desaprender) de nuestra realidad del día a día. Por eso es tan importante el primer paso que das con la mochila ya en orden de marcha entrando asi en «modo viaje» (check-in). La peregrinación y el Camino de cada uno empieza siempre en la puerta de casa y aunque vayamos a utilizar algún medio de transporte para llegar al principio de nuestra primera etapa, ya estamos con ese gusanillo del viaje, con la emoción de lo desconocido (por mucha planificación que creamos haber hecho) y con la sensación de que, aun con teléfono móvil, tendremos que valernos por nosotros mismos. Y cuando no podamos, tendremos que pedir ayuda a alguien a quien no conocemos de nada o casi. Mi padre siempre me decía de adolescente (y un poco más) que no sabía pedir porque creía que tenía derecho a todo por el mero hecho de esforzarme para ello. Imagino que tenía que ver con la humildad. Y humildad vais a poder aprender a paladas porque lo mismo que El Camino te provee de todo lo necesario (si estas atento), también te pone en tu sitio desde el minuto cero.
Una vez que estamos allí (donde sea allí), como decía Indira Benito en su documental sobre su experiencia yendo hasta Fisterra, empezamos a meternos poco a poco en el espíritu del Camino y es difícil encontrarse con personas desagradables. Sobre todo cuando estás en zonas poco transitadas aunque en el Camino Francés es complicado o imposible a partir de Sarria. El problema es cuando vuelves casa que parece que se te olvida todo aquello. O dejamos que se nos olvide. Por eso el Camino es terapéutico para tantas personas hasta el punto de que es difícil encontrar a alguien (que no sea un turigrino, claro) que no quiera repetirlo.
Vamos al lio. A ver si soy capaz de sintetizar. Si alguno queréis aportar vuestra visión, dejad un comentario y lo incorporaré.
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