Quizás lo haya dicho antes: Estamos diseñados para andar. Desde el principio de los tiempos, la humanidad se ha traslado de un sitio para otro. Durante miles de generaciones no había otra forma de hacerlo que a pie y eso nos obligaba a ser especialmente cuidadosos con lo que llevábamos en los fardos que cargábamos. Seguro que habeis leído, oído o experimentado si habeis hecho El Camino, que éste tiene multitud de paralelismos y ésta es la primera de ellas: podemos cargar (soportar) con un cantidad limitada de peso (responsabilidades y obligaciones) así que elige bien lo que metes en la mochila para que no tengas que abandonar.
Una vez que has elegido lo que metes en la mochila, se eliminan un montón de distracciones y te permite concentrarte en las sensaciones que te llegan a través de los sentidos: el silencio o la conversación, la belleza del paisaje, el sonido de tus pasos, el calor o el frío, el cansancio y la alegría de superar una zona complicada, la sed y el apetito para decidir donde parar, … Si te lo permites, y aguantas las impresión de oír tus propios pensamientos durante más de quince minutos seguidos, descubres nuevos puntos de vista o alternativas que no habías tenido en cuenta. En la metodología del Design Thinking se conoce como «reframing». No por nada Standford ha identificado las caminatas como un momento donde el cerebro se permite ser más creativo e innovador.
Por que también aplica «less is more». Se aprende rápido la direferencia entre «lo quiero» y «lo necesito» y si no, preguntad a los encargados de las estafetas de Correos y empresas de transporte a lo largo del Camino cuántas veces han enviado cajas llenas de cosas de peregrinos que creían no poder sobrevivir sin 10kg a sus espaldas. Incluso cuando crees que ya no puedes llevar menos cosas, puedes seguir eliminando siguiendo unas reglas bastantes simples cuya máxima es cuidado con el «por si acaso». Cuando hayas terminado con esa categoría, pregúntate si es algo que puedes conseguir pidiendo ayuda porque ni la civilización ni tus compañeros peregrinos están a más de 2 horas de distancia.
Dentro del apartado de «diseñados para andar» entran todos los apartados de elección de calzado, de mochila, de tipo de ropa, bastones, … pero esos temas están más que cubiertos por infinidad de post que puedes encontrar en una simple búsqueda en Google y en YouTube. En mi caso, y dado el especial gusto que tengo por las torceduras de tobillo, siempre he preferido botas de media caña o baja antes que las zapatillas de trekking. Es en el elemento que más dinero invierto. Y luego la mochila. Según mi experiencia, no es necesario más de 40L incluso en invierno donde la ropa es algo más gruesa y el saco de dormir tiene que soportar algo más de temperatura por si en el albergue no conectan la calefacción. Para primavera, yo me plantería más una en el entorno de los 28-30L. Recuerda también el uso que le darás a todo este equipamiento una vez que termines tu aventura para valorar la inversión que haces aunque para muchos de nosotros, siempre habrá una próxima vez.
Y por favor, salid a andar por lo menos un par de veces de más de 10km para que seáis conscientes de las sensaciones con el equipo que vayáis a utilizar. Sé que es un recurso fácil pero «sentido común»: si no estás cómodo con unas botas de alta montaña, cómprate unas zapatillas. Si no te acostumbras a los bastones, anda sin ellos (pero tenlos cerca por lo menos para las bajadas y los perros…). Vas a sufrir. En algun momento, vas a sufrir. Y no pasa nada. Te sorprenderás de lo que eres capaz de soportar cuando eliminas la queja constante de la ecuación. Cuando aparece la variable «vergüenza» por quejarte de una ampolla cuando ves a una pareja de ancianos japoneses que apenas pueden arrastrar los pies y que se paran a desearte Buen Camino. Cuando entiendes que puedes parar a descansar y/o a cuidarte sin tener que seguir el ritmo de nadie. Y cuando oyes que alguien se para y te pregunta «¿estás bien?» y sabes que es de verdad.
Esa es una de las cosas que engancha del Camino: todos estamos andando, metidos en el mismo lío, cierto, pero con la certeza de que si pides ayuda, te la darán y si te piden, la darás. Es así de simple.
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