Tramo Astorga – Sarria

Ya hace unas semanas que volví de mi tercera experiencia en el Camino. Esta vez he elegido invierno y la parte del Camino Francés que ya había hecho en bici empezando en Astorga. Después de todo el tiempo invertido en leer y ver cómo otros peregrinos habían transitado en invierno, la verdad es que no le hace justicia.

Elegí invierno (la semana de La Constitución y La Inmaculada) porque quería experimentar la soledad del Camino pero en una zona en la que, incluso en esas fechas, esperaba encontrar a algún peregrino. En ese aspecto, fue tal y como esperaba. Lo que no estaba previsto era el tiempo que nos hizo: en cuanto subía algo el sol, teníamos que ir en camiseta. Me sobró casi toda la ropa de lluvia ya que, excepto el tramo de Foncebadón a Cruz de Ferro que había una niebla bastante densa, ni siquiera hicieron acto de presencia las nubes.

Más allá de todo lo que pasó, lo momentos malos, que los hubo, y los momentos para recordar, el Camino siempre me pide volver. Mi único problema es el tiempo que demanda pero no creo volver a repetir ninguno de los tramos que estoy haciendo. Me gustaría recorrer el resto de tramos que me faltan del Francés pero me han hablado tan bien del Camino del Norte, del Primitivo o del Inglés que me costará mucho volver al Francés y más aún a la zona de Sarria – Santiago por la aglomeración de gente si no es en pleno invierno.

¿Por qué desde Astorga a Sarria? Porque quería comparar las sensaciones de recorrerlo en bici y andando. Con gente o con algún peregrino. Disfrutar de ciertos puntos como Focebadón, Cruz de Ferro, Manjarín, El Acebo, Molinaseca, O Cebreiro, Alto de Poio, … de forma pausada. Dando un paso tras otro y llevando la mochila. Parando donde me parecía. Grabando algun video de lo que pensaba en ese momento. Y la verdad es que no tiene comparación. Había zonas que apenas recordaba ya fuera por haberlas pasado por la carretera o por haber ido tan rápido que no tenía conciencia de haber pasado. Las zonas malas de bajada a El Acebo o la zona hasta Molinaseca fueron especialmente duras (y más con la pierna derecha a medio gas) y en bici me lo perdí. Pero ser consciente de lo que significan 10km hasta donde tienes previsto llegar o ver de repente un muro que tienes que subir y subirlo es algo que te marca.

Ahora los retos, las dificultades, … son mucho más «afrontables». Sólo tienes que comprarlo con la subida a O Cebreiro y piensas «eso lo subo». Costará más o menos pero lo consigues. También aprendes a buscar la compañía cuando lo necesitas o darla cuando lo necesitan. Aprendes a escuchar y a compartir. Aprendes a vivir con lo que llevas en la mochila y a no meter nada más de lo estrictamente necesario. Aprendes que no hacen falta tantas cosas como creemos necesitar y que estar 4 horas sin hacer «nada», descansando, hablando, leyendo, dando un paseo, … es algo saludable para limpiar la cabeza. Aprendes a escuchar a tu cuerpo diciendo que necesita un descanso, comer, beber o un ibuprofeno 😉

De regalo, a la vuelta en la estación de tren de Sarria conocí a una chica sudafricana que había hecho un par de etapones de 50km con Alvaro Lazaga. Un tipo increíble que va por su Camino nº 28 y con el que, con un poco de suerte, daré un «paseo» por la zona del Camino Aragonés…

Buen Camino. Ultreia et Suseia.