Hace unos días vi una campaña de la Diputación de Palencia para dinamizar El Camino De Santiago por Palencia. Parece ser que, según las estadísticas, cada vez menos gente se «atreve» con el tramo entre Burgos y León. La temida «meseta».
Acertadamente le ponían el titulo de «Horizonte del Camino». Cada una de las etapas en Palencia son exactamente eso: disfrutar del horizonte infinito e inalcanzable. Y más aún cuando se recorre en invierno. No entiendo cómo la gente prefiere coger un autobús antes que llegar a Itero de la Vega después de cruzar el Pisuerga (que pasa por Valladolid pero también por Palencia) o a Frómista después de recorrer un tramo del Canal de Castilla (si tienes suerte, en barcaza) o a Villalcázar de Sirga para parar a tomar algo caliente enfrente De la Iglesia de Santa María la Blanca después de 15km de niebla o descansar en el albergue Espíritu Santo de Carrión de los Condes o recorrer la nada compartiendo paradas al resguardo antes de llegar a Lédigos o compartir una cena perdidos en Moratinos antes de cruzar a León.
No lo entiendo.
Es el Camino interior. El que te pone frente al espejo. A tramos monótono? Quizás pero tampoco la vida es un subidón constante y hay que saber lidiar con nosotros mismos cuando no hay ruido. Y aquí no lo hay. Aquí hay kilómetros de silencio. Y horas de compartir con los compañeros. No entiendo que alguien se lo quiera saltar.
Si os lo habéis saltado, de verdad, reservaros una semana para disfrutarlo en invierno. A mi esta tierra me ha ganado.
Acabas de cruzar el Pisuerga y te recibe Palencia