Camino de Santiago y Simplicidad

Acostumbrarte a las cosas simples es una de las cosas que primero se aprenden. El Camino de Santiago te lo deja muy claro desde el principio. La típica recomendación de qué meter y qué no en la mochila y la cifra mágica del 10% o eliminar los «por si acaso». También mantener un perfil tecnológico bajo (con el móvil es suficiente). Todo ello te da un pequeño coscorrón en cuanto haces la primera prueba con la mochila cargada… y recuerda que falta el agua. Estas cosas son solo el principio. Recuerda, KISS, «Keep It Simple, Stupid«.

En cuanto se da el primer paso tras el portal de tu casa y guardas las llaves, atraviesas sin querer la frontera de esa zona que llaman de confort (modo check-in). Imagino que será por el sofá y la cama que vas a echar de menos en cuanto llegues al primer albergue. Pero no hay que preocuparse: somos humanos y se nos da bien hacer frente a los cambios… bueno, a unos mejor que a otros.

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Una caña y un bocata al sol de invierno en el Camino Francés por Aragón (Artieda)

Ya en esos primeros pasos te das cuenta que los objetivos son sencillos: llegar a tiempo a ese autobús o tren que te llevará al comienzo, encontrar el albergue y tomar posesión de la litera, encontrar algo para cenar, … De un plumazo, esas miles de cosas que llevas en la cabeza constantemente pasan un nivel de prioridad no crítico y tu agenda mental se libera.

Agenda KISS

Una agenda que en los próximos días será muy simple (y todo un reto para mucha gente): levantarte, desayunar, andar, comer, andar, llegar al albergue, ducharte, lavar, cenar, dormir. Y llenando algunos de esos huecos, quizás tendrás que sufrir físicamente un poco (seguro… siempre pasa algo) y eso te recordará que puedes soportarlo. Esos pequeños (o grandes) dolores te recordarán que te tienes que dedicar tiempo. Que tienes que escuchar lo que te dice tu cuerpo. Y tu mente.

Poco a poco vas cambiando el foco y empiezas a valorar todas esas pequeñas cosas que normalmente damos por supuestas. Un sitio donde comer algo, una cerveza fría o un plato caliente y seco, una conversación desinteresada, … aquí no hace falta aparentar porque tener que andar, el sol o la lluvia nos igualan a todos de la misma forma. Empiezas a preguntarte si determinadas cosas o preocupaciones son realmente importantes o puedes prescindir de ellas. Muchas no aguantarán el análisis. Afortunadamente.

Para el que lo haya experimentado, ya no sólo en el Camino de Santiago, la simplicidad es adictiva. Sobre todo si le sumas un punto menos de velocidad a la hora de vivir. Las cosas llevan su tiempo… y por ahora, tiempo te va a sobrar. Eso nos llevará a la siguiente lección: cómo pasar tiempo contigo mismo.

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