Hace tiempo, empecé a escribir sobre las cosas que había aprendido en el Camino. Abro una serie sobre las lecciones aprendidas.
Una de las fundamentales. Es quizás una de las primeras que te enseña el Camino: se pierde el sentido de la inmediatez. Si quieres llegar desde aquí hasta allí, no hay otra forma de hacerlo que dando un paso detrás de otro. No hay otra opción. Y es especialmente así en La Meseta.
Realmente te das cuenta la primera vez que te pones la mochila: pasan dos horas andando y caes en la cuenta que todavía te faltan alrededor de otras cuatro horas para llegar. Y todavía eres más consciente cuando es una etapa que vas sólo o con mal tiempo.
No hay atajos. Como los ciclistas subiendo el Tourmalet. Se mete riñón y se sigue subiendo. Y poco a poco va llegando una curva y aparece un paisaje nuevo. Pero hay que llegar a la curva. Y para poder ver esas nuevas vistas sólo hay que tener la paciencia de poner un pie detrás del otro. Si te cansas, bajas un poco el ritmo o te sientas un momento a disfrutar de tu cansancio. Porque ese cansancio te ha llevado justo hasta ahi. Y sólo tú podrás levantarte y seguir.
No hay “fast forward”. Si no me gusta, me lo salto y listo. Aquí esto no funciona así. Y en realidad, no funciona así en ningún sitio que conozca. Aquí hay que dar cada uno de los de 35k o 40k pasos de media que te regala cada etapa.
Y en realidad, eso es lo bueno. Nadie te va a poder quitar el tiempo que has dedicado a dar esos pasos. Además, cada vez que das uno de esos pasos, aprendes algo sobre el terreno, sobre tus botas o sobre tu ritmo. Además, ese tiempo “gratis” que te regala el Camino, te permite tener una conversación con algún peregrino que te encuentras… o no. Tú decides que hacer con él. Porque vas a tener un montón.
Alguien me dijo una vez, justo al salir de Foncebadón, al punto de la mañana casi de noche, con una niebla densa y un frío que se te metía en el cuerpo: “Cómo vamos? Hace un día perfecto para andar”. Me lo quedo mirando y le respondo: “bueno, malo del todo no es, no …” y me contesta: “No hay otro así que tú verás.”
Así que paciencia y al lío.